ALMUDENA

¿Qué tiene el Duque? Tiene cada uno de los besos que cada noche me hacen soñar, tiene una dulce voz con la cual me hace estremecer en cada de sus palabras, como si de una bella melodía me acariciara el alma, tiene esa mirada tierna que me impide mirar a cualquier otro lado cuando lo tengo enfrente, tiene ese sueño que me ha robado y que cada noche me hace soñar con él, tiene ese carisma e inteligencia que hace diferenciarse de los demás, tiene ese rasgo peculiar que cuando anda por la calle, hace que todo el mundo se fije en él, tiene…aunque no tuviera nada…le quiero.

¿Qué tiene Almudena? Tiene sus ramos de violetas...y echa de menos al Duque...
La canción de hoy dedicada a todas las Almudenas, está cantada por Concha Piquer, que era una cantante y actriz nacida en Valencia en 1908. Empezó a cantar con tan solo 7 años, debutando en el Teatro Sogueros (Valencia) a los 11 años.

Se ha considerado a Concha Piquer, como la máxima expresión de la copla o canción española, no sólo por su voz, sino también por su emotividad y expresividad interpretativa.

En 1921, el maestro Penella descubre a Concha Piquer y se la lleva a Nueva York, llegando a actuar en Broadway, y participar en “El cantor de jazz”, la primera película sonora. En 1927 regresa a España. 

Entre 1929 y 1931, conoció a tres personas fundamentales en su vida: el torero Antonio Márquez, padre de hija Conchita, el maestro Quiroga y Rafael de León, el letrista de sus grandes éxitos.

A comienzos de 1940, formó la Compañía de Arte Folklórico Andaluz Escenificado, con la que recorrió toda España donde interpretaba casi todas sus grandes canciones, entre ellas: “Ojos Verdes”, “Tatuaje” o “La Parrala”. 

En su última actuación, en 1958, donde por unos momentos perdió la voz decidió retirarse. Concha Piquer falleció el 11 de diciembre del año 1990.

Espero que disfrutéis tanto como yo, con esta preciosa canción llamada “Almudena”.

 
Yo iba vendiendo violetas
una tarde de mayo por la Plaza de Oriente,
y me encontré con sus ojos
que me dieron la vida y me dieron la muerte.

¿Me querrás un poquito?,
él me dijo bajito
con voz de primavera.

Te querré tanto, y tanto,
que puede que con llanto
no pague lo que te quiera.

Y aquella tarde clara
no vendí mis violetas en la Plaza de Oriente,
ni escuché aquel romance
que cantaban los niños enredor de la fuente.

Almudena, mi Almudena,
no te vayas tú de aquí,
que él es duque y tú una pobre
violetera de Madrid.

A ese hombre lo hemos visto
con el rey ir y venir,
con su sable y su plumero
y su capa carmesí.

Arroyo claro, fuente serena.
Si te vas con el duque,
¡pobre Almudena, pobre Almudena!

Ya no vendí más violetas
y viví entre damascos como reina y señora,
pero su amor fue cambiando
y ahora soy yo quien pide, quien suplica y quien llora.

Y papá ¿nunca viene?,
me pregunta quien tiene
derecho a preguntarme.

Y le digo: mañana.
Y miro a la ventana
para no delatarme.

Y ahora he vuelto de nuevo a pasar como entonces
por la Plaza de Oriente,
y he escuchado el romance que cantaban los niños
enredor de la fuente.

¿Dónde vas, pobre Almudena?
¿Dónde vas triste de ti?
Voy en busca de mi amante
que ayer tarde no lo vi.

Nosotros sí que lo vimos
con su capa carmesí,
dando el brazo a una duquesa
más bonita que un jazmín.

Arroyo claro, fuente serena.
Olvídate del duque,
¡pobre Almudena, pobre Almudena!

Él me dijo que vendría
antes que llegase abril,
con un anillo de oro
para conmigo cumplir.

No lo esperes, Almudena,
porque nunca ha de venir,
que él es duque y tú una pobre
violetera de Madrid.

Arroyo claro, fuente serena.
Olvídate del duque,
¡pobre Almudena, pobre Almudena!


No hay comentarios:

Publicar un comentario