Quizás no tenga un cuento, para cada vez que lo pidas, pero me gustaría poder contarte alguno, al igual que tu me susurras tus canciones o puedo mirar en mi corazón cada una de tus canciones y lo genial que eres, en secreto siempre.
Ayer llegaste y me pediste un cuento porque no podías dormir, y recordé esta canción de Olga Ramos, sobre la gran desconocida de la Puerta del Sol, llamada la Mariblanca. Historia de sentimientos ente un reloj y una fuente.
La Mariblanca, es una Venus, que ha recorrido Madrid desde el Retiro o el Paseo de Recoletos, hasta la Puerta del Sol donde era su ubicación real. Al final, la que conocemos en la Puerta del Sol es una replica de la que existía, que la podemos ver a la entrada de la Calle Arenal.
En Madrid hubo una fuente llamada la Mariblanca,
fuente más bonita que ella nunca la tuvo una plaza.
En su pilón noche y día un reloj se reflejaba
era el reloj que en Madrid marca las horas de España.
Los relojes tienen alma por lo cual se enamoró
de la bella Mariblanca y un día se equivocó.
Era severo y anciano el señor corregidor,
y prendió a la Mariblanca con el máximo rigor.
Y el reloj desde entonces al dar la hora,
no se sabe de fijo si toca o llora.
Y al dar la hora, y al dar la hora,
no se sabe de fijo si toca o llora si toca o llora.
De noche cuando a las doce, sus manecillas levanta,
parece que pide al cielo, que vuelva la Mariblanca.
Y luego a las 6 y media, en la alta madrugada,
al dirigirlas al suelo parece que es que la aguarda.
Y empinándose en su torre ve venir un resplandor,
piensa que es la Mariblanca, y lo que viene es el sol…
Por eso le pide el pueblo, al señor corregidor,
que traiga la Mariblanca para la Puerta del Sol.
Y el reloj desde entonces al dar la hora,
se ha de ver claramente que ya no llora.
Y al dar la hora, y al dar la hora,
se ha de ver claramente
que ya no llora, que ya no llora.
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